PITTSBURGH-En una semana promedio, NaTisha Washington escucha de personas mayores que se ven obligadas a elegir entre mantener el agua corriente o pagar las facturas médicas, de madres que temen preparar la fórmula de su bebé con agua del grifo por miedo a la contaminación, y de políticos locales frustrados por las barreras para mejorar la calidad del agua.
“Muchas de estas comunidades han estado luchando para lidiar con el COVID-19 y la pérdida de empleo y todas las acciones recientes de derechos civiles y problemas de discriminación, sin tener acceso al agua potable en casa”, dijo a EHN, Washington, una organizadora de justicia ambiental de One PA, un grupo de defensa de la comunidad sin fines de lucro.
Gran parte del trabajo de Washington se relaciona con el acceso al agua potable en las comunidades de bajos ingresos del oeste de Pensilvania. Los problemas que ella ve se dividen principalmente en dos categorías: agua potable que está contaminada con plomo y otros químicos tóxicos, y la amenaza de cortes debido a la falta de pago de las facturas del agua.
Ambos problemas, dijo, generan impactos en la salud mental como el estrés y la ansiedad.
No es difícil imaginar cómo el temor a que el agua no sea segura para beber o a que te la corten podría contribuir al estrés, la ansiedad o la depresión. Pero las nuevas investigaciones científicas también sugieren que un contaminante común del agua potable -el plomo- tiene un impacto en la salud mental.
Los niños están expuestos al plomo a través de la pintura con plomo, el suelo contaminado y el agua potable contaminada, que sigue siendo una principal fuente de exposición al plomo. Ningún nivel de exposición al plomo es seguro para los niños, y los niveles de plomo en la sangre inferiores a los que se consideran oficialmente como “envenenamiento” siguen siendo nocivos para los cerebros en desarrollo.
“Hace tiempo que sabemos que la exposición al plomo en las primeras etapas de la vida causa problemas relacionados con el rendimiento del aprendizaje y déficits cognitivos en los niños, pero ahora que se ha hecho un seguimiento de muchos [grupos de niños] expuestos al plomo hasta la edad adulta, también estamos viendo que más adelante tienen más probabilidades de padecer depresión grave, esquizofrenia y otros trastornos psiquiátricos”, explicó a EHN Tomás R. Guilarte, profesor, investigador y director del programa Brain Behavior & the Environment (Cerebro, Conducta y Medio Ambiente) de la Facultad de Salud Pública y Trabajo Social Robert Stempel de la Universidad Internacional de Florida.
“No hay duda de que incluso a niveles bajos de exposición hay asociaciones con trastornos del neurodesarrollo y psiquiátricos”, añadió.
Estos resultados tienen importantes implicaciones en Estados Unidos y en el extranjero. Aunque las prohibiciones del plomo en la pintura y la gasolina han tenido un impacto positivo, aproximadamente uno de cada tres niños de todo el mundo sigue expuesto a niveles nocivos de plomo. “No se trata de un problema trivial”, dijo Guilarte.
En una encuesta realizada a más de un millón de niños en los EE. UU., los investigadores reportaron a principios de este año que más de la mitad de los niños tienen niveles detectables de plomo en la sangre. La exposición fue peor para los niños de color: alrededor del 58% de los niños de códigos postales de mayoría negra y el 56% de los niños de códigos postales de mayoría hispana tenían niveles detectables de plomo, en comparación con el 49% de los niños de códigos postales de mayoría blanca.
Además, alrededor de 186 millones de personas en los EE.UU. -aproximadamente el 56% de la población – bebieron agua de sistemas de agua potable con niveles de plomo superiores a 1 parte por billón (el nivel establecido por la Academia Americana de Pediatría para proteger a los niños del plomo en las fuentes de agua de las escuelas) entre el 2018 y el 2020, según un informe del Consejo de Defensa de los Recursos Naturales.
El oeste de Pensilvania está particularmente en riesgo:
● El porcentaje de niños de Pensilvania con niveles elevados de plomo en la sangre es más del doble que la tasa nacional;
● Los niveles de plomo en la sangre en el condado de Allegheny están disminuyendo en general, pero no de forma equitativa: El porcentaje de niños de color con niveles elevados confirmados en la sangre es seis veces mayor que el porcentaje de niños blancos con niveles elevados de plomo en sangre;
● En el 2019, se detectó plomo en el 80% de los sistemas de agua del condado de Allegheny;
● Entre los distritos escolares de 10 condados del oeste de Pensilvania que analizaron el agua potable para detectar plomo en el 2019, el 71% reportó de la contaminación por plomo, pero menos de la mitad tomó medidas para eliminarla;
En octubre, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) redujeron el umbral de los niveles de plomo en la sangre considerados “superiores al promedio” de 5 microgramos por decilitro a 3.5 microgramos por decilitro.
Este cambio significará que muchos más niños del condado de Allegheny y de todo el país serán considerados con niveles de plomo en la sangre que requieren intervención. Actualmente, cuando se detecta que un niño tiene un nivel de plomo en la sangre superior al umbral anterior de los CDC de 5 microgramos por decilitro en el condado de Allegheny, el Departamento de Salud del condado de Allegheny ofrece una investigación gratuita en el hogar para analizar muestras de agua, polvo y suelo en busca de plomo.
Chris Togneri, el oficial de información de salud pública del departamento de salud, le dijo a EHN que la agencia aún está revisando el umbral revisado de los CDC para considerar la actualización de esa política.
Además de la exposición al plomo y los problemas de agua potable, el oeste de Pensilvania también sufre una carga considerable de enfermedades mentales.
Entre el 2018 y el 2020, el 40% de los adultos en el condado de Allegheny informaron haber tenido uno o más días en los que su salud mental “no era buena”, según datos estatales, una cifra que es más alta en el condado de Allegheny que en la mitad de los otros condados de Pensilvania, y ligeramente más alta que los promedios estatales. Se estima que el 13% de los adultos en el condado de Allegheny dijo que su salud mental no era buena durante 14 o más días al mes.
Una encuesta realizada por el Departamento de Salud del Condado de Allegheny entre el 2015 y el 2016 indica que el problema es aún más grave entre los residentes no blancos: El 48% de los residentes negros y el 47% de los residents hispanos dijeron que su salud mental “no era buena” durante uno o más días al mes, en comparación con el 42% de los residentes blancos.
Togneri dijo que el Departamento de Salud del condado de Allegheny trabaja para enfrentar las disparidades en la exposición al plomo a través de un índice que clasifica las zonas censales donde los niños son más vulnerables a la exposición al plomo en función de factores como la raza, el nivel de pobreza y la edad de la vivienda.
“Realizamos una mayor cobertura en las zonas que se identifican como de mayor riesgo”, dijo. “Como ocurre en todos los departamentos, más recursos permitirían un mayor alcance”.
En Pittsburgh, el número de pacientes pediátricos que buscan tratamiento de salud mental ha aumentado un 30% desde la primavera de 2020. Mientras tanto, Pensilvania está presentando una escasez en todo el estado de trabajadores de la salud mental, y en Pittsburgh los terapeutas están renunciando en masa a su trabajo debido al agotamiento.
Este es tu cerebro cuando tiene plomo
Guilarte ha estado estudiando la exposición al plomo desde la década de 1980, cuando el envenenamiento por plomo entre los niños era excesivo.
El fue el autor principal de una revisión bibliográfica de 2021 en la que se analizaron decenas de estudios en humanos y animales y se encontraron cada vez más pruebas de que la exposición al plomo en la infancia es un factor de riesgo de trastornos psiquiátricos como la ansiedad, la depresión y los trastornos obsesivo-compulsivos, y de trastornos del neurodesarrollo como el TDAH (ADHD por sus siglas en inglés), el autismo y el síndrome de Tourette.
El mayor de estos estudios analizó a más de 1.5 millones de personas en EE.UU. y Europa y encontró que las personas que tenían una mayor exposición al plomo en la infancia eran más propensas a tener rasgos de personalidad negativos como menor conciencia, menor complacencia y mayor neuroticismo en la edad adulta (todo lo cual contribuye a la enfermedad mental).
“La exposición al plomo afecta a un receptor de proteínas en el cerebro conocido como receptor NMDA, que es de importancia crítica para el desarrollo del cerebro, el aprendizaje y la función cognitiva”, dijo Guilarte, y añadió que el funcionamiento incorrecto del receptor NMDA también se observa en los cerebros de personas con ciertas enfermedades mentales (como la esquizofrenia). El receptor NMDA influye en el desarrollo de las neuronas inhibidoras que ayudan a mantener el equilibrio del cerebro. Cuando está dañado por la exposición al plomo, crea muy pocas de esas neuronas.
“En un cerebro sano hay neuronas excitadoras e inhibidoras que operan en un equilibrio exquisito”, explicó Guilarte, “pero si eso se interrumpe y tienes demasiadas de una u otra, el cerebro se descontrola”.
Durante décadas, los científicos sólo tenían en cuenta las repercusiones de estos cambios en los cerebros de los niños mientras eran niños, pero las nuevas investigaciones sugieren que algunos síntomas de los daños causados por el plomo no aparecen hasta la edad adulta o incluso hasta la mediana edad.
El envenenamiento de una generación
Aaron Reuben, investigador de la Universidad de Duke, dirigió el estudio más largo jamás realizado sobre la exposición al plomo en los primeros años de vida y los resultados de salud mental en la edad adulta. Hizo un seguimiento de 579 personas en Nueva Zelanda desde que tenían 3 años hasta que cumplieron los 38 años, y encontró que las personas que estaban expuestas a niveles más altos de plomo cuando eran niños tenían más probabilidades de experimentar síntomas de enfermedades mentales en la edad adulta, incluyendo comportamiento antisocial, trastornos de la alimentación, depresión, ansiedad, estrés postraumático, abuso de sustancias, delirios y alucinaciones.
” Debido a que hemos seguido a estos niños durante tanto tiempo, también podemos observar dónde se encuentran de adultos en comparación con el lugar que ocupaban sus padres cuando comenzó el estudio”, dijo Reuben a EHN. “Hemos comprobado que los niños con niveles bajos de exposición al plomo tienden a estar un poco mejor que sus padres en general en términos de posición socioeconómica, pero en el caso de los niños que se encuentran en el extremo superior de la exposición al plomo, parecen haber descendido en la escala en comparación con sus padres y tienen una menor movilidad social.”
El nivel medio de plomo en la sangre de los niños del estudio fue de 11 microgramos por decilitro. Ese nivel es más alto que el que experimentan la mayoría de los niños hoy en día, pero sigue ocurriendo: en el condado de Allegheny, al menos 582 pruebas mostraron niveles de plomo en la sangre superiores a 10 microgramos por decilitro en niños menores de seis años entre el 2016 y el 2020, y en todo EE.UU. tanto como 243.749 niños tienen actualmente niveles de plomo en la sangre superiores a 10 microgramos por decilitro.
Y lo que es más significativo, ese nivel de exposición al plomo es representativo de las exposiciones experimentadas por toda una generación.
“Los niveles de exposición que analizamos son los típicos de los niños nacidos en los años 70 en la mayoría de los lugares del mundo, cuando el plomo todavía se agregaba en forma generalizada a la pintura y la gasolina”, dijo Reuben. “He calculado que hay unos cien millones de personas de entre 40 y 50 años que viven en Estados Unidos y que tuvieron una alta exposición al plomo cuando eran niños”.
El oeste de Pensilvania tiene una gran población de residentes en esa franja de edad.
En los condados de Allegheny, Butler, Washington y Westmoreland -los cuatro más poblados del oeste de Pensilvania- hay alrededor de 371.656 personas de entre 40 y 54 años que probablemente experimentaron altos niveles de exposición al plomo cuando eran niños.
En el 2016, 18 ciudades de Pensilvania, entre ellas Pittsburgh, Altoona, Johnstown y Erie, tenían niveles de exposición al plomo más altos entre los niños que los observados en Flint (Michigan) en el momento más alto de su crisis del plomo.
Además, informes recientes sobre la crisis del plomo en Pittsburgh revelaron que los niveles de plomo en el agua de la Autoridad de Agua y Alcantarillado de Pittsburgh [PWSA] aumentaron constantemente desde el 1999 hasta el 2016, y que debido a las pruebas inconsistentes, el agua de la región podría haber tenido niveles peligrosamente altos de contaminación por plomo por años antes de que se detectara durante la “crisis del plomo” de la ciudad. El condado no ordenó la detección universal de plomo en la sangre para los niños hasta el 2018, por lo que es difícil evaluar qué tan extendida fue la exposición al plomo durante ese período de tiempo.
Incluso hoy en día, a pesar del programa universal de detección de plomo del condado, alrededor del 35% de los niños de la región no se someten a pruebas de exposición al plomo. En muchas partes del país, el porcentaje de niños que se someten a pruebas de detección de plomo disminuyó drásticamente el año pasado, probablemente debido a la pandemia del COVID-19.
“No sabemos bien dónde están esos niños ni por qué está sucediendo eso”, dijo a EHN Michelle Naccrati-Chapkis, directora ejecutiva de la organización de defensa de la salud sin fines de lucro Women for a Healthy Environment.
El límite federal legal para el plomo en los sistemas públicos de agua es de 15 partes por billón (ppb), y los niveles de plomo de PWSA fueron más altos que eso desde al menos el 2013-2016. En todo el país, alrededor de siete millones de personas fueron servidas por sistemas de agua potable que superaron el umbral de 15 ppb entre el 2018 y el 2020, según el informe del NRDC.
La Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA por sus siglas en inglés) ha establecido un objetivo de salud no obligatorio para el plomo en el agua potable pública de cero. En el 2019, la agencia propuso revisiones a la Regla del Plomo y el Cobre que reducirían el nivel de acción de 15 ppb a 10 ppb y crearían requisitos más estrictos para reemplazar las líneas de servicio de plomo, pero esas revisiones aún no se han aprobado.
Impactos Superpuestos
En todo el país, la pandemia de COVID-19 se ha cobrado un enorme precio en la salud mental. En octubre, la Academia Americana de Pediatría, la Academia Americana de Psiquiatría Infantil y Adolescente y la Asociación Nacional de Hospitales Infantiles declararon una emergencia nacional en materia de salud mental infantil.
“Necesitamos más recursos y capacidad en materia de salud mental, especialmente para aquellos que sufren crisis mentales extremas”, dijo a EHN Marita Garrett, alcaldesa de Wilkinsburg, un pequeño municipio situado a unos 13 kilómetros del centro de Pittsburgh.
Wilkinsburg es una de las muchas comunidades que rodean a Pittsburgh que ha tenido continuos problemas con la exposición infantil al plomo.
En octubre, la ciudad de Pittsburgh anunció una nueva ordenanza sobre el plomo que requerirá la realización de pruebas para detectar la presencia de plomo en la pintura y el polvo de plomo en las viviendas de alquiler construidas antes de 1978 (cuando se prohibió la pintura con plomo) implementando planes de seguridad contra el plomo en las reparaciones y demoliciones de edificios que puedan contener pintura con plomo, e instalando filtros de agua potable en las plantas de agua propiedad de la ciudad.
Pero en el condado de Allegheny hay 130 municipios autónomos -más que en cualquier otro condado del estado- y la ordenanza de Pittsburgh no se aplicará a ellos. Muchos de ellos, incluido Wilkinsburg, cuentan con organismos públicos que carecen de fondos y personal suficientes. Garrett señaló que hay que reemplazar en Wilkinsburg, las antiguas tuberías del agua que contienen plomo, pero es costoso.
Naccrati-Chapkis dijo que Lead Safe Allegheny, una coalición local de agencias gubernamentales y organizaciones sin fines de lucro, espera ayudar a otros municipios del condado a utilizar la ordenanza sobre el plomo de Pittsburgh como modelo para aprobar la suya propia.
Mientras tanto, las comunidades con exposición al plomo en la infancia también son propensas a experimentar otros problemas que pueden tener un impacto desproporcionado en la salud mental de las personas, como la pobreza, el racismo, la violencia y otras exposiciones ambientales dañinas, incluida la contaminación del aire.
Wilkinsburg, por ejemplo, es una comunidad mayoritariamente no-blanca que experimenta altos niveles de contaminación del aire debido a la U.S. Steel’s Edgar Thomson Mill y tiene una tasa de pobreza de más del 24%.
En este tipo de comunidades, dijo Guilarte, “es casi como la tormenta perfecta para que estos niños tengan problemas de desarrollo”. Señaló que el envenenamiento por plomo está relacionado con mayores índices de delincuencia y violencia, y que es probable que las enfermedades mentales desempeñen un papel importante.
Las comunidades con altos niveles de pobreza tienen más probabilidades de tener plomo en el agua, pero las investigaciones también han demostrado que, independientemente del nivel de ingresos, los niños negros en Estados Unidos tienen entre dos y tres veces más probabilidades que los niños blancos e hispanos de sufrir envenenamiento por plomo, un efecto persistente de las prácticas racistas, como las cláusulas de exclusión, y un claro resultado de la injusticia medioambiental.
“Esto es una pura consecuencia de nuestra historia de racismo sistémico y de un sistema de castas racializado en Estados Unidos que todavía hoy no se ha abordado adecuadamente”, dijo Reuben.
Algunos de los casos nacionales más notorios de contaminación generalizada por plomo en el agua potable se han producido en la mayoría de las comunidades negras, incluyendo Flint, Michigan; Newark, Nueva Jersey; East Chicago, Indiana; y Benton Harbor, Michigan, que se está desarrollando en este momento.
En el oeste de Pensilvania abundan los ejemplos de “códigos postales tóxicos”, regiones en las que la combinación de injusticia medioambiental, pobreza y violencia genera importantes efectos negativos en la salud.
Por ejemplo, el Valle del Monongahela (comúnmente conocido como el “Valle del Mon”), un antiguo corredor siderúrgico de municipios desde el extremo sur de Pittsburgh hasta la frontera con Virginia Occidental, que alberga un gran número de comunidades de justicia ambiental (tramos censales con una tasa de pobreza de al menos el 20% y/o una población no blanca de al menos el 30%) y que también se enfrenta a un riesgo desproporcionado de exposición al plomo.
Duquesne es una ciudad de Mon Valley situada a unos 16 kilómetros al sureste de Pittsburgh que tiene un 70% de población no blanca (en comparación con el conjunto del condado de Allegheny, que es un 80% de blancos). En junio, durante una de las 10 discusiones virtuales sobre la Norma del Plomo y el Cobre entre representantes de la EPA y ciudades de todo el país, la alcaldesa de Duquesne, Nickole Nesby, dijo a la agencia que, en promedio, los niños sometidos a pruebas de niveles de plomo en la sangre en Duquesne tienen una promedio de 7 microgramos por decilitro.
“Esos niños van a necesitar servicios médicos”, dijo Nesby a EHN, señalando el alto índice de pobreza de la ciudad y destacando que el 33% de los escolares de la ciudad tienen problemas de aprendizaje. A nivel estatal, alrededor del 17% de los niños tienen problemas de aprendizaje. “Ni siquiera tenemos un centro médico en Duquesne. Necesitamos atención médica y necesitamos investigación médica”.
Además de los problemas con el plomo, el agua potable de Duquesne contiene niveles de contaminantes no regulados relacionados con el cáncer con índices hasta 400 veces más altos que los límites de salud recomendados.
Duquesne compra su agua a la Autoridad Municipal del Condado de Westmoreland, pero Nesby comentó que los contaminantes entran en el agua una vez que fluye a través de la vieja infraestructura de Duquesne, cuya reparación costaría millones de dólares que la ciudad no tiene. Nesby espera utilizar algunos fondos de ayuda de COVID para este fin. Recientemente viajó a Washington D.C. para hablar de las necesidades de su ciudad en materia de infraestructuras ante la Cámara de Comercio de Estados Unidos.
“Nuestro departamento de aguas está descontrolado”, dijo. “Necesitamos ayuda”.
Un informe del 2018 del Departamento de Salud del condado de Allegheny identificó los tramos censales del condado con los niveles más altos de riesgo de exposición al plomo, basándose en factores como el porcentaje de viviendas construidas antes del 1950 (cuando la pintura con plomo y las tuberías de agua con plomo eran más comunes) y que porcentaje de la población es menor de 5 años. Muchas de esas zonas censales se encuentran en Mon Valley.
Estos impactos superpuestos también pueden tener efectos físicos que repercuten en la salud mental.
“Hay pruebas de que una exposición nociva modifica el cerebro de tal manera que puede magnificar los efectos de otra exposición nociva posterior”, afirma Reuben, que también ha estudiado las repercusiones de la contaminación atmosférica en las enfermedades mentales. “Así que no se trata de un efecto aditivo -uno más uno es igual a dos- sino de un efecto sinérgico, en el que si recibes un golpe por la exposición al plomo y otro por la contaminación atmosférica, se combinan para crear tres o cuatro golpes”.
Fotografía del encabezado: NaTisha Wasington conversando con Melanie Meade en Clairton, Pensilvania. (Crédito: Njaimeh Njie)