Sentirse “invisible”: Como las barreras lingüísticas empeoran la injusticia ambiental

HOUSTON — La pasión de Erandi Treviño por fomentar un sentido de comunidad comenzó en su infancia.


Treviño, una activista, hija, Latina, jardinera e inmigrante, le contó a Environmental Health News en Español (EHNe) sobre su crianza en áreas industriales de la ciudad de Monterrey, México. Ella recuerda sentirse enferma en el carro por el olor de la gasolina, notar la contaminación proveniente de otros carros y el no querer salir de casa por miedo a enfermarse.

“Los olores en el área fueron como un perfume con el que crecí,” dijo Treviño. “Sé que suena extraño, pero es la verdad.”

Su familia se mudó a los Estados Unidos en su infancia temprana y se asentó en el East End de Houston. La Cámara de Comercio de Houston estima que la población del East End es 70% hispana o latina. La mayoría del East End pertenece a los Distritos H e I, en los que el 63% y 68% de sus habitantes hablan español, respectivamente. El East End bordea , el canal marítimo Houston Ship Channel, que es a su vez el mayor complejo petroquímico de los EE. UU. y uno de los más grandes del mundo.

“Avanzando rápido hacía mis 7 años…[ahora el esmog] proveniente de los camiones de 18 ruedas es nada en comparación a las nubes enormes provenientes desde las refinerías y otras plantas químicas del canal de Houston,” dijo Treviño.

El Consejo de Defensa de Recursos Nacionales y TEJAS, un grupo activista del medio ambiente de Houston, publicaron un reporte de los años 2007 a 2016, que demuestra que las minorías viviendo cerca del canal de Houston sufren de una mayor carga de contaminación en comparación con sus vecinos blancos. En el vecindario Harrisburg/Manchester, de mayoría latina, la carga de contaminación particulada fue 50 a 60 más intensa que en los otros ocho condados. Si bien casi el 20% de los monitores del aire del estado están en Houston, las comunidades de la región con una gran presencia industrial, como Galena Park, solo tienen un monitor estatal, EHNe reportó en julio.

Incluso si una comunidad tiene suficientes monitores del aire, a menos que hables español, hay obstáculos para digerir esta información. Aunque la Comisión de la Calidad Ambiental de Texas (TCEQ por sus siglas en inglés), ofrece actualizaciones sobre la calidad del aire en inglés y español, muchos aspectos del sitio web no tienen acceso fácil en español. Para encontrar reportes de la calidad del aire tienes que usar una base de datos en inglés y las traducciones que ofrece el sitio son directas, sin tener en cuenta las diferencias lingüísticas. Además, la base de datos sobre justicia ambiental de la Agencia de Protección Ambiental de los EE. UU. (EPA) tiene como objetivo informar a las comunidades sobre sus riesgos ambientales, pero no está disponible de español. El sitio web de la EPA tiene muchas partes escritas en español que tienen hipervínculos a contenidos en inglés.

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Para achicar esta brecha en los recursos disponibles, en el otoño de 2023 Treviño creó su propio grupo activista, el Raíces Collaborative. Su principal preocupación es la salud ambiental y empoderar a la comunidad para que compartan sus historias, inclusive a través de entrenamientos para contarlas en medios de comunicación. Ella dice que cuando era niña no tenía idea de porqué a ella y sus amigas les dolía el estómago y tenían migrañas cada mañana. Ahora cree que estos síntomas están relacionados con un ambiente contaminado. La mayoría de su grupo es latino, pero está abierto a todos. Organizadores comunitarios, amigos, hermanos y su madre, Maela Bustos, son algunos de los participantes.

“El conocimiento de la comunidad es valioso,” dice Treviño.

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La meta de Treviño es empoderar a la comunidad para que cuenten sus historias, sin importar sus ingresos, raza o idioma. Muchas comunidades de East Houston son más propensas a sufrir contaminación industrial que sus homólogos blancos y ricos. Una vista a la base de datos de la justicia ambiental de la EPA lo demuestra de forma sencilla.

Desafortunadamente, la historia de Treviño no es única. Desde los peligros de pesticidas en California a las emisiones de las plantas petroquímicas en Texas, minorías son las más probables que sufrir de problemas de la salud ambiental por resultado de exposición desproporcionada y la desigualdad socioeconómica- también esto aumenta la posibilidad que encontrarán barreras lingüísticas en el busco para información sobre su medio ambiente y salud.

Un nuevo estudio dirigido por Yoshira Ornelas Van Horne*, una profesora auxiliar del Departamento de Ciencias de la Salud Ambiental en la universidad de Columbia, explica como estos problemas empeorarán por la injusticia lingüística. Ornelas Van Horne y sus colegas descubrieron que el estudio del idioma como un factor determinante de problemas de salud ambiental en comunidades de minorías ha sido escaso. También, que la ciencia en idiomas aparte del inglés no está inmediatamente disponible.

“Actualmente el inglés es el idioma predominante para la comunicación científica en publicaciones académicas, conferencias académicas y la educación formal, así como en el periodismo científico que quiere informar al público,” escribieron los autores.

El estudio no sólo reafirmó la existencia de la brecha en los recursos sobre salud ambiental, sino que la cuantificó. Los investigadores identificaron instituciones que se enfocan en la salud ambiental y se dieron cuenta de que menos del 10% de ellas tienen información disponible en idiomas diferentes al inglés.

“El idioma es una cosa que conecta a la gente, pero también da acceso a recursos,” Ornelas Van Horne dijo a EHN. “Asi que, tener la información disponible en sus idiomas preferidos es importante para abogar por ellos mismos en relación a la salud pública.”

Sin acceso a estos recursos, las comunidades estarán cada vez más aisladas. Treviño espera que sus contribuciones puedan prevenir esto. Maela Bustos, la madre de Treviño, habla sobre sus propios problemas de acceso a la información y nota que a menudo las comunidades de hispanohablantes se sienten invisibles.

“Pues…qué te diré,” Bustos dice. “En realidad, a veces uno siente como los problemas de salud solamente le interesan a uno, por ejemplo, como los seguros médicos no cubren muchas cosas, o tiene las recursos y a ti tienes o no los tienes.”

Bustos y su hija han sufrido durante un periodo largo de problemas de salud con síntomas “inexplicables” como inflamación, mareos y migrañas que creen son resultado de un medio ambiente contaminado. A pesar de tener seguro médico, los altos costos del mismo han hecho carísimo investigar el origen de sus problemas de salud.

Bustos dice que más personas van a expresarse y contar sus historias entre más escuchen historias que resuenen con ellos y espera que las palabras de ella y Treviño ayuden a otros a sentirse vistos.

“No te voy a decir que hablo inglés con demasiada fluidez,” Bustos dice. “Sé que lo puedo hablar, pero cuando tengo la oportunidad de hablar en español, yo prefiero hablar en español. Es mi lengua.”

La investigación de Ornelas Van Horne sobre justicia lingüística incluye soluciones. La surgencia principal es que las instituciones dediquen tiempo y recursos en servicios de traducción o contraten empleados que puedan compartir recursos en otros idiomas. También se menciona que los cambios tecnológicos, como inteligencia artificial, pueden ser herramientas útiles en el futuro. Sugirió empezar por el español, porque aproximadamente 41.8 millones de personas hablan español en los EE.UU.

“La gente que está en la primera línea [de la industria] puede contar su propia historias desde su propia boca,” Treviño dice. “Y es posible que solamente necesite un poco de dirección.”

Individuos que estén buscando recursos pueden recurrir a TEJAS, una organización que ha luchado por el acceso y la justicia lingüística en Houston por muchos años. A nivel del país, EcoMadres, parte de Moms Clean Air Force que se enfoque en latinos, provee recursos sobre la salud ambiental relacionada con la contaminación del aire. Los dos grupos tienen recursos en español.

*Nota Editorial: Yoshira Ornelas Van Horne es directora auxiliar del programa Agents of Change In Environmental Justice, una colaboración de Columbia University y EHNe.