Texas sufre más emergencias químicas que otros estados y las comunidades latinas son las más afectadas

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Texas sufre más emergencias químicas que otros estados, según la base de datos de Coalition to Prevent Chemical Disasters.


Un reporte reciente, basado en información de la base de datos, sugiere que un incidente con sustancias químicas – como una fuga de emisiones, derrame de químicos o explosiones –- ocurre cada dos días en Estados Unidos. Estos eventos afectan a las comunidades de diversas formas: desde: calles cerradas y órdenes de quedarse en casa, hasta visitas a emergencias y, dependiendo de los niveles de exposición, un aumento del riesgo de cáncer. Las poblaciones más vulnerables viven en la primera línea – una distancia de menos de un milla de una planta química.

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La base de datos reportó que Texas sufrió 49 incidentes con sustancias químicas en 2023, de las cuales, 26 ocurrieron en el área de Houston-Galveston. Texas tiene 1,558 instalaciones que manejan químicos peligrosos – más que cualquier otro estado de los Estados Unidos, según la Agencia de Protección Ambiental (EPA) .

Hay sustancias químicas, como el amoníaco, el plomo, o el mercurio, que pueden sonar familiares y que pueden causar problemas respiratorios, irritación de piel y daño a los órganos. El plomo también está relacionado con la aparición de ciertos tipos de cáncer. Pero otros químicos menos conocidos de la base de datos de Inventario de Emisiones Tóxicas de la EPA representan riesgos equivalentes o peores. Se trata de compuestos orgánicos volátiles como el benceno, butadieno y formaldehído, que, a pesar de ser carcinógenos, aún existen en niveles elevados en la área de Houston, el mayor centro de petroquímicos de la nación.

Según el reporte, la producción petroquímica y las plantas de petróleo y gas fueron responsables de más de la mitad de los 825 incidentes con sustancias químicas documentados entre enero de 2021 y diciembre de 2023. Por ejemplo, la histórica tormenta de invierno Uri en febrero de 2021 causó 3 millones de libras de emisiones tóxicas en 194 complejos industriales, muchos de los cuales son vecinas entre sí. Como los patrones del clima sin precedentes continúan, hay preocupación de un “efecto dominó” en el que múltiples instalaciones presenten incidentes al mismo tiempo, cómo sucedió en enero de 2023, cuando un tornado afectó a la planta de Ineos en Houston y los apagones causaron problemas de producción en la planta cercana de Shell.

Las comunidades en la primera línea son cada vez más latinas, según un nuevo estudio del Fondo de Defensa Ambiental (EDF). Entre 2001 y 2019, era seis veces más probable que los latinos en Estados Unidos vivieran cerca de instalaciones químicas en comparación con sus homólogos blancos. La investigación, dirigida por la científica de EDF Veronica Southerland, concluyó que “las poblaciones negras y latinas están ubicadas de manera desproporcionada cerca de instalaciones industriales, lo que potencialmente contribuye a una exposición desigual a emisiones de químicas”.

Pero esta información no responde las preguntas que tienen muchos residentes de Houston: ¿por qué las emergencias químicas ocurren con tanta frecuencia aquí y qué respuesta hay cuando suceden?

Las regulaciones laxas de Texas y preocupaciones sobre la justicia ambiental

El gobierno tradicionalmente conservador de Texas impone menos regulaciones ambientales. Texas tiene una larga historia de conflictos con la EPA, citando preocupaciones de perturbación económica. Ciudades como Dallas y Houston han violado repetidamente los límites de ozono recomendados por la EPA durante las últimas dos décadas, un patrón que continuó el verano pasado cuando Houston rompió el récord de más días con niveles altos de ozono.

En enero de este año, se descubrió que las empresas petroquímicas de Texas estaban clasificando las instalaciones más grandes como si fueran plantas más pequeñas y no relacionadas entre sí para evitar una aplicación más estricta de la regulación ambiental.

“Pagamos el precio cada vez que un incidente ocurre, sea reportado o no, porque nuestras industrias son las que reportan” dijo Ana Parras, codirectora de TEJAS, o Servicios de Defensa de la Justicia Ambiental de Texas. “Y no se van a denunciar a ellos mismos. [Para ellos], es un problema económico, un problema de su pan de cada día”

Respuestas a emergencias químicas

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Brent Taylor, director de comunicaciones de la Oficina de Gestión de Emergencias de Houston, dijo que las respuestas a las emergencias químicas varían.

“Por lo general, los socorristas, como la policía y los bomberos, son los primeros en descubrir los incidentes y, si está fuera de su alcance, nos involucramos”, dijo Taylor a Environmental Health News en Español (EHNe).

Cuando un incidente ocurre, se espera que las instalaciones informen al respecto, pero a menudo hay retrasos, sean intencionales o no. Los departamentos de bomberos y la policía se involucran, pero puede pasar que los departamentos de bomberos internos de cada planta lleguen primero. La complejidad de la reacción aumenta si se tiene en cuenta que, cada sustancia química puede requerir un proceso de respuesta diferente. Nuevas preguntas pueden presentarse y los incidentes pueden resultar en evacuaciones o órdenes para quedarse en casa.

El primer paso también incluye entender qué químico está involucrado, si el incidente fue una explosión, un derrame químico, una fuga de emisiones u otra situación, qué área se vio afectada, qué oficina puede manejarlo y qué sectores de la comunidad necesitan ser informados, dijo Taylor.

Por eso, dice Taylor, es importante que las personas sepan qué hacer en estos casos, especialmente cuando viven cerca de un gran grupo de instalaciones. A menudo, se usan sistemas de alerta de subscripción para informar a los residentes, o si el área es lo suficientemente grande, se envía una notificación similar a la Alerta Ámbar a los teléfonos celulares correspondientes.

Sin embargo, Taylor reconoce que hay limitaciones.

“Pedimos a todos que se inscriban, pero no podemos hacer mucho si las personas no lo hacen, y a menudo tienen que informarse sobre los incidentes a través de los socorristas en el terreno”, dijo Taylor.

Si su ciudad tiene un sistema de alerta puede consultar las páginas web de planificación de emergencias de su gobierno local. Los residentes de Houston pueden participar aquí.

Para algunos, suscribirse puede no ser suficiente. No todo el mundo tiene dispositivos compatibles o conocimientos tecnológicos, y el idioma puede ser una barrera adicional. . Si bien Taylor dijo que las alertas están disponibles en los idiomas más comunes en el área, algunos sitios solo ofrecen traducciones automáticas que pueden ser incorrectas o confusas. Estas traducciones pueden generar brechas de información, especialmente para los hispanohablantes. A menudo, la única opción es seleccionar español de España, que es un dialecto diferente al que hablan muchos latinos en Texas.

Con esta brecha de información, los grupos locales se han movilizado para informar a las comunidades sobre los incidentes químicos.

Ciencia ciudadana

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Ana Parras y su esposo Juan han pasado las últimas décadas abogando por las comunidades del East End de Houston. El East End limita con el Canal de la Nave de Houston, el puerto petroquímico más grande de EE. UU., y alberga una población predominantemente latina con muchos hogares que hablan español.

“Nuestro gobernador ha dicho que estamos abiertos a hacer negocios”, dijo Ana a EHNe “Somos la capital del petróleo y el gas de la nación. Para mí, somos lo que llamaríamos una ‘zona de sacrificio’”. Su esposo explica que aunque la información sobre incidentes químicos “definitivamente es responsabilidad del estado, la ciudad, el país y la industria, hemos descubierto que a veces, cuando los accidentes ocurren, las sirenas no están funcionando por alguna razón”. Como respuesta, “nos hemos convertido en científicos ciudadanos”, dijo Ana.

TEJAS rastrea incidentes químicos en el área de Houston e informa sobre ellos a la base de datos pública de la Coalition to Prevent Chemical Disasters, un intento por recopilar la información recopilada por la ciudadanía sobre este tema. Pero TEJAS comenzó a rastrear incidentes mucho antes de que se lanzara el rastreador en 2021, pues no existe otra base de datos pública de agencias reguladoras estatales o federales que documente incidentes químicos y resúmenes de las respuestas estatales. Esta información a menudo se puede obtener a través de solicitudes de información, pero eso puede ser una barrera para quienes no son periodistas y no están acostumbrados a solicitar información, especialmente para quienes no hablan inglés como primer idioma.

Cuando TEJAS recibe un reporte de un incidente, se mueven para verificarlo, dijo a EHNe Deyadia Arellano, científica ciudadana y miembro de TEJAS.

“La verificación puede variar. Es posible que salgamos y necesitemos hablar con alguien a nivel local. Luego empezamos a recopilar más información sobre las causas, ¿cuál es el tipo de emisión, cuál es el monto? ¿Cuánto tiempo? ¿Quién responde?”

Después de la documentación inicial, el equipo puede dirigirse al lugar del incidente. Dorismar Rivera, miembro del equipo de extensión, tomará fotografías o videos del incidente y compartirá la información en las redes sociales. TEJAS también traduce todo su contenido. Finalmente, se aseguran de que todas las partes estén al tanto del incidente, pues no todo el mundo ve o lee las noticias. El equipo de TEJAS informa a los organismos del condado, estatales y regionales en función de las necesidades de cada incidente.

Una mirada hacia el futuro sobre los incidentes químicos en Texas

“Llevamos años pidiendo mejoras a los responsables políticos y no las hemos visto”, dijo Juan.

Las normas relacionadas con el manejo de incidentes con sustancias químicas están establecidas en la Regla del plan de gestión de riesgos, una subsección de la Ley de Aire Limpio, en que las empresas que utilizan materiales peligrosos deben crear programas de gestión de riesgos para prevenir accidentes químicos. La regla fue relajada bajo la administración Trump. Sin embargo, en 2023 la EPA propuso una serie de enmiendas que obligarían a las instalaciones a incluir en sus planes de gestión de riesgos a las comunidades aledañas, además de hacerlos más fácilmente accesibles para el público, explicó Southerland, la investigadora del Fondo de Defensa Medioambiental. Se esperaba que las enmiendas se votaran a finales de 2023, pero no fue así. Ahora, con el próximo ciclo electoral, los activistas están ansiosos por que se aprueben antes de un posible cambio de administración.

“Nos preocupa que la situación empeore a medida que el cambio climático genere calor sin precedentes y heladas que nuestra red no puede soportar”, dijo Arellano.