“Un hombre del Oeste se peleará por tres cosas: agua, mujeres y oro, normalmente en ese orden”.
Aunque esta cita del ex senador por Arizona Barry Goldwater es anticuada, una cosa sigue siendo cierta: el agua en el Oeste sigue siendo fuente de angustias. Un claro ejemplo: en 2022, Arizona experimentó las peores condiciones de sequía en más de 1.000 años, lo que secó represas, expuso vacíos en la legislación y demostró la existencia de injusticias medioambientales.Como una científica Diné (Navajo) que estudia la calidad del agua y creyó en la nación Navajo, que cubre Arizona, Nuevo México y Utah, el tema de la sequía en Arizona hace parte de mis conversaciones profesionales y personales.
A principios de 2023 se cumplieron 20 años de un litigio en el que la Nación Navajo intenta obtener derechos sobre el río Colorado en el caso Arizona contra la Nación Navajo. La nación Navajo nunca ha contado con la infraestructura o el apoyo necesarios para tener un acceso fiable al agua potable. En marzo de 2023, los Navajos llevaron su caso hasta la Corte Suprema de los Estados Unidos y abogó por que Estados Unidos determinara las necesidades y derechos de agua de los Navajos. No obstante, el 22 de junio de 2023, la Corte Suprema, con una votación de 5-4, determinó que los Estados Unidos no tiene ninguna “obligación afirmativa” con la nación Navajo de asegurar su agua, revocando una decisión del Tribunal de Apelaciones de EE.UU. para el 9º Circuito. La mayoría falló que el Tratado de Bosque Redondo de 1868 no establecía ninguna obligación federal en ese sentido.
¿Qué significa esto para los Navajos?
El gobierno ha decidido que si bien la nación Navajo sí goza de derecho al agua establecido en la doctrina Winters, no le ayudará a los Navajos a hacer valer ese derecho. Mientras que esta decisión viene como una decepción para muchos, la firma del proyecto de ley del Senado de Arizona 1432 por la gobernadora Katie Hobbs, que obliga a la ciudad de Scottsdale proporcionarle agua a la comunidad privada Rio Verde Foothills, ha sido la sal en la herida.
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El caso de los residentes de Rio Verde Foothills contra la ciudad de Scottdale ha llegado a las noticias internacionales. Debido a una mega sequía, en 2021 la ciudad de Scottdale, en Arizona, decidió que no podría proveer agua a la comunidad vecina. Empezando el primero de enero de 2023, los residentes de Rio Verde Foothills dejaron de recibir el agua que les enviaba Scottdale. Durante todo el año y medio anterior, la ciudad le había notificado a los residentes que debían buscar otra fuente de agua, pero no escucharon la advertencia y ahora ahora luchan por encontrar una solución a largo plazo. La firma del proyecto de ley por parte de la gobernadora Hobbs solo amplifica las injusticias medioambientales que existen en Arizona.
No puedo evitar hacer una comparación entre la situación de mi comunidad y la de Rio Verde Foothills. Los medios no tardaron en amplificar la situación de Rio Verde, aunque haya muchas otras comunidades de color en peores condiciones hídricas. Los problemas del agua en la nación Navajo, por ejemplo, han estado presentes desde la colonización.
En los Estados Unidos, si eres negro o latino tienes el doble de probabilidad de no tener acceso a agua potable que un ciudadano blanco. Los indígenas americanos y los nativos de Alaska tienen 19 veces más probabilidad de no contar con agua potable que sus contrapartes blancas, pero estos números palidecen en comparación con la falta de acceso al agua que soportamos los Diné. Ser Diné aumenta la probabilidad de no tener acceso al agua potable 67 veces más que cualquier otro norteamericano. A medida que la mega sequía empeora, me doy cuenta de que nuestro futuro en el desierto está plagado de interrogantes: ¿Se recuperará Arizona? ¿Será la generación de mi hijo una de refugiados climáticos? ¿Si los Diné la pasamos así de mal hoy, cómo será el futuro? El único consuelo es que el pueblo diné sigue creciendo y prosperando en medio de traumas históricos, tratados incumplidos y continuas desigualdades sanitarias, educativas y económicas, incluida la falta de agua segura, limpia y de calidad.
Aun así, la rápida atención que ha recibido la comunidad de Rio Verde Foothills a pesar de que fueron ellos mismos quienes se pusieron en esta situación — a diferencia del traslado forzado de los Diné— demuestra que el agua sí es vida, pero el acceso a ella jamás será equitativo.
Elegir la ubicación versus el desplazamiento forzado
La comunidad de Rio Verde Foothills es una comunidad no incorporada, lo que significa que no está dentro de los límites de Scottsdale, la ciudad que muchos residentes están demandando. Al no estar incorporada en la ciudad, los residentes pagan menos impuestos, pues la ciudad no les presta servicios como el alcantarillado, el agua potable y el manejo de basuras. En cambio, muchas de las casas de Rio Verde foothills, que tienen un precio promedio entre $760,000 a $875,000 dólares americanos, están equipadas con tanques de almacenamiento del agua que no están conectados a ninguna tubería principal de agua, alcantarillado o pozo; y por ello dependen de los camiones cisterna de Scottsdale para llenarse, en promedio, una vez al mes. Muchos residentes aseguran que los constructores del proyecto les dieron información falsa, pero no reconocen el riesgo obvio que implica comprar una casa en el desierto durante una sequía. Los residentes también argumentan que tienen derecho al servicio de agua potable a través del sistema municipal de agua según las leyes de Arizona. Sin embargo, un juez del Tribunal Superior del condado de Maricopa falló que el estatuto citado por la comunidad no aplica a ellos, pues los residentes de Rio Verde Foothills no han demostrado que no pueden acceder al agua por sí solos.
Esta situación contrasta fuertemente con lo que mi comunidad ha soportado durante siglos. Los Diné han vivido en condiciones mucho peores y durante más tiempo que los residentes de Rio Verde foothills. Desde 1863 hasta 1868, el gobierno de los Estados Unidos le ordenó al ejército nacional expulsar por la fuerza al pueblo Diné de su patria original, llamada Dinétah, que se encontraba entre las cuatro montañas sagradas de los actuales montes Hesperus y Blanca Peak, en Colorado; Taylor, en Nuevo México, y San Francisco Peaks, en Arizona. El ejército obligó a los Diné a los Apaches Mescalero a caminar más de 300 millas (483 km) hasta Fort Sumner, cerca de Bosque Redondo en Nuevo México, en lo que se llamó La Larga Marcha. Se estima que un tercio de los Diné capturados y encarcelados en Fort Sumner murieron. Siguiente este infructuoso intento de asimilación forzada, los Diné aceptaron regresar a su territorio y dejar de luchar contra el gobierno de los Estados Unidos, en lo que hoy se conoce como el Tratado de 1868. En este tratado, el gobierno les prometió darles tierras que incluyeran ríos. Después del tratado de 1868, el fallo de 1908 de la Corte Suprema en el caso Winters contra Estados Unidos estableció que las tribus indígenas tienen un derecho al agua en cantidad suficiente para atender todas sus necesidades, incluidas las residenciales, de desarrollo económico y gubernamentales. A pesar de la documentación histórica entre las tribus y el gobierno estadounidense, más del 30% de los Diné que viven en la nación Navajo no tienen acceso a agua potable.
Priorizar a las personas por sobre la avaricia
A diferencia de los residentes de Rio Verde Foothills, la nación Navajo parece estar atrapada entre la espada y la pared. Generaciones de injusticias han oprimido a la tribu. Los Navajos sufren de tasas desproporcionalmente altas de diabetes, obesidad, enfermedades cardiovasculares, problemas de salud mental, suicidios, violencia doméstica y alcoholismo. Los residentes de Rio Verde Foothills no se enfrentan a los retos a los que se enfrentan los Diné diariamente, y sin embargo es su historia, y la de gente que se parece a ellos, la que se convierte en la cara visible de las sequías en Estados Unidos.
En Arizona hay 22 tribus reconocidas a nivel federal, siete de ellas ubicadas a orillas del río Colorado. Ni una fue incluida en la discusión del Pacto del río Colorado de 1922, que es la base de toda la legislación sobre el río Colorado y divide el uso de su agua entre estados. Las naciones indígenas del Oeste han sido excluidas de los debates sobre la política del agua. Pero hay señales de que las cosas están cambiando: la comunidad indígena del río Gila ganó amplios derechos sobre el agua del río Colorado, y su insistencia en una visión global en vez de limitada ayudó a Arizona a establecer su plan de contingencia para la sequía.
El trauma al que se ha enfrentado el pueblo Diné se ha perpetuado a lo largo de muchas generaciones. En mi propia experiencia, la falta de acceso al agua limpia en la nación Navajo ha impactado la salud de muchos de mis familiares y ha influido en quien soy hoy, una académica activista. Ver las injusticias a las que se enfrenta mi tribu y el lento trnasito en las cortes — en comparación con las soluciones que se ofrecen con bombos y platillos a la comunidad de Rio Verde Foothills— solo hace más fuerte mi pasión por la investigación del agua.
La gobernanza del agua está plagada de injusticias y es necesario que vuelva a priorizar a las personas por sobre la codicia.
Descargo de responsabilidad: Este ensayo ha sido escrito por la Dra. Valerisa Gaddy a título personal. Las opiniones expresadas son suyas y no reflejan los puntos de vista del Centro de Investigación de los Recursos Hídricos ni de la Universidad de Arizona.
Este ensayo ha sido elaborado gracias a la beca Agents of Change in Environmental Justice. Agents of Change capacita a líderes emergentes de entornos históricamente excluidos de la ciencia y el mundo académico que reimaginan soluciones para un planeta justo y saludable.