En los últimos años, países de todo el mundo han puesto en marcha leyes para mitigar la producción y la contaminación por plástico.
En los últimos dos años, tanto grandes naciones desarrolladas como Australia como países en desarrollo más pequeños, como Sri Lanka y Belice, han aprobado ambiciosas leyes nacionales para eliminar progresivamente una serie de productos de plástico como bolsas, cubiertos y pajitas (pajillas o popotes).
Pero Estados Unidos, uno de los principales productores y consumidores de plásticos, sigue lamentablemente rezagado, incluso siendo uno de los mayores contaminantes del mundo. Según la Agencia de Protección Ambiental (Environmental Protection Agency), el país produjo 35.7 millones de toneladas de residuos plásticos en el 2018, más del 90% de los cuales fueron depositados en vertederos o quemados. Estados Unidos ocupa el segundo lugar en el mundo en el total de residuos plásticos generados al año, sólo por detrás de China -aunque cuando se mide per cápita, Estados Unidos supera a China-. En el 2019, Estados Unidos también optó por no unirse al actualizado Convenio de Basilea de las Naciones Unidas, un acuerdo legalmente vinculante destinado a prevenir y minimizar la generación de residuos plásticos que fue firmado por unos 180 países más.
Más de 90 países han establecido (o tienen planes inminentes de establecer) prohibiciones o cobros sobre las bolsas de plástico de un solo uso u otros productos, según datos de la organización sin ánimo de lucro para la conservación de los océanos Oceana. Estados Unidos no es uno de ellos. Aunque los estadounidenses son conscientes de que la contaminación por plásticos es un problema medioambiental desde mediados del siglo XX, las medidas contra los plásticos en Estados Unidos han sido poco sistemáticas: el gobierno federal ha dejado en manos de las ciudades, los condados y los estados la decisión de regular los plásticos y la forma de hacerlo.
El problema del plástico es cada vez más urgente. Cada minuto se utilizan más de un millón de bolsas de plástico, con una “vida útil” media de sólo 15 minutos. Los expertos creen que el océano contendrá una tonelada de plástico por cada tres toneladas de pescado para el 2025 y, para el 2050, más plásticos que peces (en peso).
No sólo el océano (y toda la vida que depende de él) sufre la contaminación por plásticos, sino que la salud humana también está en peligro. Los microplásticos tienen un impacto bien documentado en la salud humana, y se han encontrado en el 90% del agua embotellada y en el 83% del agua del grifo. Nuestro incesante consumo de plásticos es fomentado por la cultura del “usar y tirar”, alimentada por los esfuerzos de las industrias del plástico y del petróleo y el gas para mantener un alto consumo de plásticos mientras distraen a la gente con campañas de reciclaje.
Sin embargo, una nueva propuesta de ley federal -la Ley para Liberarse de la Contaminación por Plásticos (Break Free From Plastic Pollution Act)- ofrece posibles soluciones y podría hacer que Estados Unidos pasara de ser un obstáculo para el movimiento mundial contra los plásticos a convertirse en un aliado muy necesario. Una acción federal de este tipo podría ayudar a poner fin a la fracturada lucha contra los plásticos en Estados Unidos, y trasladar la carga de los consumidores a los fabricantes de plásticos.
Los defensores sostienen que incluso si el proyecto de ley no se aprueba en su totalidad, sus componentes, especialmente aquellos que son más bipartidistas, probablemente podrían convertirse en otra legislación. Por ejemplo, una parte del proyecto de ley que aborda los plástico peletizado, o “gránulos de Plástico”, ya se ha fragmentado y se ha convertido en su propia pieza de legislación potencial, la Ley de Aguas Libres de Gránulos de Plástico (Plastic Pellet Free Waters Act).
Estados Unidos se queda atrás en la regulación de la contaminación por plásticos
Otros países no sólo producen menos plástico que Estados Unidos, sino que también han legislado con más éxito contra la contaminación por plástico. La Unión Europea aprobó una directiva integral hace un par de años, por ejemplo, que requiere que los países miembros prohíban una gran cantidad de productos de plástico de un solo uso, recolecten botellas de plástico para reciclarlas y reutilizarlas y etiqueten los productos de plástico desechables de manera adecuada, como mínimo. Muchos países van más allá de esos requisites.
En Canadá está previsto que a finales de año entre en vigor una prohibición federal de las bolsas de plástico, los palillos, los portabebidas anillados, los cubiertos, las pajitas y los envases de comida para llevar fabricados con plásticos difíciles de reciclar.
No sólo los países occidentales o “más ricos” han aplicado con éxito medidas contra los plásticos. Decenas de países de África, Asia y América Central y del Sur han promulgado leyes para acabar con la crisis del plástico de un solo uso.
Christy Leavitt, Directora de la Campaña del Plástico de Oceana en Estados Unidos, declaró a EHN que la directiva de la UE es sólo un ejemplo que Estados Unidos debe emular. Oceana ha realizado encuestas en países de todo el mundo, haciendo un inventario de la legislación mundial contra el plástico y evaluando el lugar que ocupa Estados Unidos en comparación, y ha encontrado políticas progresistas en muchos lugares del mundo.
“Chile aprobó la que es, si no la más completa, una de las políticas más completas del mundo en materia de utensilios plástico para comida de un solo uso”, dijo Leavitt. Además de prohibir las bolsas y las pajitas o popotes de un solo uso, Chile prohíbe a todos los establecimientos de comida proporcionar cubiertos o recipientes de un solo uso. Las tiendas de comestibles y de conveniencia también deben exhibir, vender y recuperar las botellas reutilizables, creando un sistema cíclico de reutilización de botellas.
Desde el 2002, Eritrea, país de África Oriental, prohibió las bolsas de plástico en su capital, Asmara. En el 2005, el país prohibió en todo el país la importación, producción, venta o distribución de bolsas de plástico. Ruanda prohibió las bolsas de plástico en el 2008 y, posteriormente, todos los plásticos de un solo uso en el 2019, con fuertes multas e incluso penas de cárcel para quienes sean descubiertos importando, produciendo, vendiendo o utilizando artículos de plástico de un solo uso.
Cuando países de todo el mundo con menos recursos que los Estados Unidos consiguen eliminar con éxito los productos de plástico nocivos, no hay excusa para que Estados Unidos esté tan atrasado, añadió Leavitt.
Un frente fracturado en la regulación de la contaminación por plásticos en Estados Unidos
A falta de una legislación nacional en los EE.UU., los gobiernos locales a nivel de ciudad, condado y estado han regulado los plásticos. Como resultado, existe un conjunto diverso de mandatos y ordenanzas repartidos por todo el país.
Un artículo publicado en el Journal of Environmental Policy & Planning señala que “en agosto del 2019, ocho estados de Estados Unidos, 40 condados y casi 300 ciudades habían adoptado políticas que, ya sea a través de una prohibición, un cobro de un cargo o una combinación de ellas, pretenden reducir el consumo de bolsas de plástico de un solo uso.”
Para Rachel Krause, una investigadora de la administración pública de la Universidad de Kansas y autora del artículo, es curioso ver que un problema tan grande quede relegado a los gobiernos locales. “Tendemos a decir que las respuestas políticas deben ser a escala o en proporción a los problemas políticos”, declaró a EHN, “pero los gobiernos locales no están a escala con el cambio climático, los gobiernos locales no están a escala con los plásticos globales. Y, sin embargo, en muchos lugares de Estados Unidos es donde estamos viendo que se actúa”.
La acción local contra el plástico de un solo uso, por definición, tiene un alcance limitado y es menos eficiente de lo que sería una política nacional de gran alcance. Además, las ordenanzas a nivel de ciudad o de condado también son susceptibles de ser anuladas por las leyes estatales de prelación, cuando los estados prohíben a los gobiernos locales tomar medidas.
Dieciocho estados tienen algún tipo de ley de prelación en vigor. En Texas, por ejemplo, ciudades particulares como Laredo trataron de implementar prohibiciones de bolsas de plástico, pero la Corte Suprema de Texas las tumbó en el 2018, diciendo que entraban en conflicto con las leyes estatales de gestión de residuos sólidos.
Dicho esto, “la cantidad de leyes individuales que se han introducido a nivel estatal y local, en los últimos cinco años, ha aumentado en un orden de magnitud, tal vez más”, Alex Truelove, director de la campaña Zero Waste con Grupo de Investigación de Interés Público de EE. UU. (PIRG por sus siglas en inglés), dijo a EHN. El panorama legislativo se sentía mucho más escaso hace solo unos años, agregó Truelove, una gran señal, ya que mientras más estados se involucren en el discurso contra los plásticos, más difícil es ignorar el problema a nivel nacional. Además, “cada vez que se aprueba algo, aprendemos algo” sobre lo que funciona y lo que no funciona.
El problema es que “es mucho más fácil bloquear algo que conseguir que se apruebe” declaró a EHN el investigador de política medioambiental de la Universidad del Sur de Maine, Travis Wagner. Esto es especialmente cierto a nivel federal. Añadió que el gobierno federal exploró una posible legislación contra los plásticos ya en la década del 1970, cuando se aprobaron proyectos de ley sobre las botellas en todo el país.
Los “proyectos de ley de embotellamiento”, también conocidos como “leyes de depósito de envases”, suelen funcionar imponiendo pequeños depósitos en los envases de bebidas, como botellas de plástico y latas de metal, que los clientes pueden recuperar si reciclan esas botellas. Oregón aprobó la primera ley de envases en Estados Unidos en 1971, y en 1986, 10 estados habían promulgado algún tipo de ley de envases (a día de hoy sólo hay 10 estados que lo hacen). En la década de 1970, dijo Wagner, parecía que había suficiente impulso para aprobar un proyecto de ley nacional sobre el embotellamiento, “pero políticamente era realmente muy difícil”.
En el medio siglo transcurrido desde que el gobierno federal se planteó por primera vez adoptar una postura nacional sobre los plásticos, el problema no ha hecho más que empeorar.
Se culpa a las personas por el aumento vertiginoso de la producción de plastico
Históricamente, el debate sobre la contaminación por plásticos en Estados Unidos se ha centrado en la capacidad de reciclaje de las personas y las comunidades. Pero Leavitt dijo que el reciclaje era un ideal promovido al público por la industria del plástico como “una forma para [ellos] de culpar a los consumidores de la contaminación plástica y la responsabilidad de corregirla. Y funcionó. Mientras nos centrábamos en el reciclaje, la industria aumentaba exponencialmente la cantidad de plástico que producía”.
La idea de que es responsabilidad del individuo reciclar, no tirar basura y comprar menos fue tan difundida “que se ha incrustado en nuestra psique”, agregó Wagner. “Esa es la industria que dice ‘No somos nosotros, eres tú’”.
Mientras tanto, los registros e informes de 1973 sugieren que los altos ejecutivos de la industria sabían que el reciclaje de plásticos nunca podría tener éxito a gran escala..
“Todo se reduce a dólares y centavos para la industria”, dijo a EHN Shannon Smith, directora de comunicaciones y desarrollo de la organización sin ánimo de lucro FracTracker Alliance. “La percepción errónea es que hay una demanda de todo este plástico, y que la industria sólo responde a la demanda de los consumidores, cuando en realidad es lo contrario”. En realidad, añadió, hay un exceso de oferta de gas fraccionado en Estados Unidos, y una de las mejores formas de sacar provecho de toda esa oferta es generar más demanda de plástico. “Así que está totalmente impulsado por la industria”.
Los plásticos se fabrican principalmente a partir de los subproductos del gas natural etano y propano, que se convierten en polímeros plásticos en instalaciones de alta temperatura en un proceso conocido como “craqueo”. Estados Unidos es el principal productor mundial de gas natural, con 30 plantas de craqueo actualmente en operación y se esperan al menos tres más para mediados del 2022. Para colmo de males, dijo Smith, “la industria del fracking nunca ha sido rentable“, y las empresas e instalaciones petroquímicas son de hecho, los receptores frecuentes de los subsidios gubernamentales. “Los estamos subvencionando, estamos pagando su capacidad de obtener beneficios mientras sacrifican nuestra salud”.
Es hora de devolver la responsabilidad de la gestión de los residuos de plástico a las empresas que los producen, dijo Truelove. “Si su bañera está desbordada, lo primero que debe hacer es cerrar el grifo “, agregó.
Liberarse de la contaminación por plásticos.
Una nueva ley federal pretende cerrar la llave tradicional. Presentada por primera vez en el 2020 y reintroducida en marzo del 2021 por el senador Jeff Merkley (D-OR) y el representante Alan Lowenthal (D-CA), la ley Break Free From Plastic Pollution Act, si se aprueba, abordaría de forma integral la producción, el consumo y la gestión de residuos de plástico en el país.
“La idea detrás del proyecto de ley era reunir todas las mejores ideas no sólo de todo el país, sino honestamente de todo el mundo”, dijo Truelove. La directiva de la UE, por ejemplo, fue un gran precedente y un referente para la dirección que podría seguir Estados Unidos, añadió.
El congresista Lowenthal escribió a EHN que “este proyecto de ley incorpora las mejores prácticas e importantes políticas de sentido común. Aunque puede ser ambicioso, no es en absoluto radical”. El proyecto de ley prohibiría las bolsas de plástico de un solo uso y otros productos no reciclables, incluiría un proyecto de ley sobre el embotellamiento y canalizaría las inversiones hacia la infraestructura de reciclaje y compostaje. “La legislación hace a los productores responsables del uso final de sus propios productos”, añadió el congresista Lowenthal. Los productores de envases de plástico estarían obligados a diseñar y financiar programas de residuos y de reciclaje.
Truelove también mencionó que el proyecto de ley, de manera importante, establece un mínimo que los estados deben cumplir, permitiendo a los gobiernos locales individuales buscar o mantener políticas más agresivas – “no queremos castigar a los estados que tienen esas leyes más fuertes”.
El proyecto de ley también incluye componentes de justicia medioambiental, requierendo a la EPA y a otras agencias un estudio más riguroso de los impactos acumulativos sobre el medio ambiente y la salud de las incineradoras y las plantas petroquímicas, a la vez que establece una moratoria para las instalaciones nuevas o en expansión. Las comunidades de primera línea y de la línea de demarcación -así llamadas porque están situadas junto a estas plantas industriales, hasta las cercas- son las más perjudicadas por la mala calidad del aire y del agua que inflige la industria del plástico. También son desproporcionadamente comunidades de color.
El futuro de la regulación de los plásticos
La Ley para Liberarse de la Contaminación por Plásticos (Break Free From Plastic Pollution Act ) aún no ha sido promulgada. Actualmente está copatrocinada por otros 12 senadores, pero los plazos para su aprobación aún no están claros.
Truelove no se anima a hacer predicciones, pero es optimista y cree que, a largo plazo, se aprobará algún tipo de legislación federal. Wagner es más escéptico: “Soy optimista, pero no a nivel nacional”. En su opinión, los estados individuales seguirán liderando.
Aunque la ley Break Free From Plastic Pollution Act (Ley de Liberación de la Contaminación por Plástico ) en su totalidad no tiene un camino claro por el momento, ya se están separando partes del proyecto de ley y se están discutiendo más seriamente. Lowenthal escribió que separar elementos del proyecto de ley e integrarlos en una legislación más específica con apoyo bipartidista, o adjuntarlos a proyectos de ley a punto de ser aprobados, es una medida práctica para conseguir que partes del proyecto de ley pasen por el Congreso poco a poco.
“Gran parte de este trabajo tiende a ser incremental. Casi tiene que ser, por naturaleza, la forma en que se construyen nuestras instituciones”, dijo Truelove.
Pero incluso si se apruebe el proyecto de ley, todavía no es una panacea. Las industrias de los plásticos y la petroquímica probablemente seguirán impulsando lo que Truelove denomina “falsas soluciones”, como las innovaciones en materia de reciclaje químico (en las que los plásticos se descomponen de nuevo en polímeros, convirtiéndolos de hecho en combustible diésel, una pesadilla medioambiental diferente) o las campañas más llamativas contra la basura.
“Lo que estamos haciendo es una afrenta al modelo de negocio [de la industria]”, añadió. “Tienes a Dow, DuPont, Chevron, Exxon, etc…y son organizaciones increíblemente poderosas con mucha influencia política”. Para avanzar sustancialmente hacia una menor producción de plástico y más productos reutilizables, el gobierno tendrá que dejar de lado esas pseudo-soluciones que distraen, incluso cuando parecen que podrían ser rentables.
“Es totalmente factible”, dijo Truelove. “Quiero decir, creo que si podemos llegar a la luna, podemos encontrar cómo facilitar las cosas a personas que tienen utensilios de comida reutilizables o envases reutilizables para el envío”.
Traducido del inglés al español por Katia Rodríguez Cabreja, Bronx, NY.
Crédito de la fotografía del encabezado: Naja Bertolt Jensen / Unsplash